Santa Francisca Javier Cabrini


Madre Cabrini era una mujer que madura su propia personalidad a fines del siglo XIX, y lanza el desafío de una existencia arraigada a la persona de Jesucristo, bajo la advocación del Sagrado Corazón a comienzos del siglo XX.
Nació el 15 de Julio de 1850 en San Angelo Lodigiano (Italia), en el seno de una familia de agricultores. En este ambiente, y a través de personas cercanas a ella, cultivó una fe auténtica vivida día a día.
Su formación personal y profesional se desarrolló en los años de  las guerras de la independencia y de las luchas políticas que llevaron a la unidad de Italia.
Como docente tuvo siempre en consideración la formación de la persona, cuidando el desarrollo de lo valores humanos y cristianos con la vivencia de la sencillez y la caridad: un estilo que propone y no impone.
Cuando, después de haber fundado el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón en 1880, la iglesia, en la persona del Papa León XIII, la encaminó hacia los barcos que salían para América, cada vez más llenos de italianos, ademas de aliviar sus necesidades concretas de la vida cotidiana, se preocupó de desarrollar el sentido de la profunda dignidad de ser hijo de Dios en estas personas.
La vida terrena de Madre Francisca Javier Cabrini se apago el 22 de diciembre de 1917, pero la luz de su fe de su ardor misionero fueron propuestos por la Iglesia como guía y alivio para todos los hombres en 1938 y 1949, años en los que fue proclamada Beata y santa, y en 1950, patrona de los emigrantes.

Su estilo:
  • Luchó contra la segregación racial.
  • Dignifico la vida de los inmigrantes italianos.
  • Atravesó treinta veces el Atlántico. Cruzó el continente de este a oeste.
  • A pesar de su debilidad física cruzó los Andes a mula para expandir su Instituto.
  • Su accionar se asemejó a los estratégicos movimientos de una partida de ajedrez. Ubicaba sus misiones como almacigos (Italia, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos), para cosechar maestras para sus obras.
  • Vivió el dolor de las cárceles, de las minas, de los miserables barrios de inmigrantes y de los poblados indígenas.
  • Inauguró e impulsó personalmente todas sus casas, escuelas y orfanatos.
  • El tiempo era poco y el mundo pequeño para ella; quería derramar sobre él todo el amor de Jesús y de su Madre.
  • Nunca hizo alarde de su piedad. Su mundo interior fue un misterio para sus discípulos, que sólo percibían chispazos de él a través de sus obras.
  • Su vida ardió en la contemplación del Sagrado Corazón. En él se confortó e hizo suya su fuerza.